Pistas para elegir en dónde podrás servir mejor a Dios y salvarte
La elección de carrera es el más importante problema que tiene que abordar un joven. Con razón se afirma que todo el porvenir de un hombre depende de dos o tres síes, dos o tres noes que da un joven entre los quince y los veinte años.
¿Cuáles son de ordinario para muchos los factores decisivos a la hora de elegir? Está el gusto, la gana, el porvenir económico. Pero sería bueno preguntarse: ¿hay acaso otros elementos o factores para tomar en consideración?
Sí. Hay otro punto de vista que es el fundamental para un cristiano:
La voluntad de Dios sobre mí, es decir, lo que Dios quiere para mí
Los padres de familia y los amigos rara vez ofrecen una verdadera ayuda, pues ellos tampoco eligieron de otra manera. Sus consejos insistirán de ordinario en los mismos aspectos en que se habían fijado ya los jóvenes: interés económico, porvenir, brillo, posibilidades en la vida social de su ambiente. Y así se va formando un criterio que prescinde con toda naturalidad de Dios; más aun, muchos se extrañarían que una consideración sobrenatural -la voluntad de Dios- pretendiera intervenir en un asunto aparentemente tan humano.
Y, sin embargo, de una buena elección de carrera, hecha con criterio sobrenatural, dependerá en gran parte la felicidad o desgracia de la vida. La paz de la conciencia, la alegría de corazón; o bien turbaciones, tristezas, desfallecimientos, serán el premio o el castigo de una elección bien o mal hecha.
Muchos son los que se lamentan amargamente de estar donde no deben. Malhumorados, neurasténicos o neuróticos, reniegan de su ligereza imperdonable. Quisieran volver atrás...pero muchas veces es tarde y no pueden recomenzar el camino.
La eternidad misma está comprometida en este problema de una buena elección de vida. La eternidad depende de la muerte...la muerte de la vida...la vida misma depende, en gran parte, de la carrera. Se sigue, pues, de cuán capital importancia sea considerar maduramente delante de Dios el estado que deba seguir.
El famoso luterano -protestante- convertido al cristianismo y luego sacerdote y cardenal de la Iglesia católica, puesto en una de las encrucijadas más trascendentales de su vida, escribió este hermoso pensamiento: “Guíame, luz bondadosa. No te pido que me ilumines toda la senda, pero ilumíname paso a paso. Tú sabes, Señor, que nunca he pecado contra la luz”. Pecar contra la luz es negarse a seguir el destello de su propia conciencia que muestra a cada cual su camino en la vida.
Joven que estás abocado al problema de elegir: no peques contra la luz. Pídele a Dios esa luz, deséala; y alcanzada sigue tras ella, como los Magos siguieron la estrella que los llevó hasta Jesús en el portal de Belén.
DOS CONSEJOS
Primer consejo: preguntar a Dios: Señor, ¿qué quieres de mí?
Conocer este llamamiento especial que Dios me dirige a mí en particular, ha de ser mi gran preocupación de toda la vida, sobre todo en aquellos momentos más decisivos, como es el de la elección de carrera.
A unos Dios les pide que tomen el colectivo de la medicina que le ayuden en la curación de los cuerpos, a otros de la abogacía para que le ayuden a instaurar el derecho, a otros el mundo artístico para que traduzcan la belleza de Dios en la creación, a otros el matrimonio para que prolonguen en el mundo el canto del amor de la creación, engendrando hijos que conozcan y amen a Dios, a otros para la vida sacerdotal, para que distribuyan la gracia de Dios a los hombres y engendren, alimenten y resuciten hijos para el cielo; otros escojen el colectivo de la investigación, estudio, periodismo para difundir la verdad de Dios y aportar los nuevos inventos; otros se dedican a la defensa del pobre porque ven en ellos un rayo de Dios.
En el viaje de la vida muchos van en un tren que no es el propio: es el tren de los descontentos; todos protestan, todos se quejan de todo: los esposos de las esposas, los padres de los hijos, los hijos de los padres, los profesionales de sus clientes, los ciudadanos de su gobierno...Muchos se quejan, ¡porque entraron no en el tren que debían, sino en el que les dio la gana! Y no hay peor consejero que la gana para elegir camino en la vida.
Segundo consejo: Elige aquello en dónde podrás servir mejor a Dios y salvarte
El padre Alberto Hurtado propone al joven estas preguntas a la hora de elegir en dónde podrá servir mejor a Dios y salvarse: ¿dónde daré más gloria a Dios? ¿Dónde evitaré mejor el pecado? ¿Dónde me será más fácil alcanzar la santidad? ¿Dónde podré ayudar con más eficacia a los hombres? ¿Dónde haré una obra más duradera, más sobrenatural?
TRES PISTAS
Para elegir en dónde podrás servir mejor a Dios y salvarte te dejo tres pistas:
1. Ver mis gustos e inclinaciones: no es lo determinante ni lo más importante
Tienen que ser gustos e inclinaciones nobles, hermosas, altruistas. Porque si me muevo por inclinaciones egoístas, perezosas, confort...entonces estas inclinaciones no son buenas consejeras a las hora de escoger carrera. Sólo aquellas inclinaciones superiores que encauzan nuestras mejores cualidades son las que pueden ayudarnos a conocer nuestra carrera.
2. Analizar mis aptitudes, cualidades de que Dios me ha dotado
Si tengo dificultades serias para los estudios abstractos, tengo un buen inicio de que Dios no me quiere en la Universidad; si carezco en absoluto de facilidad matemática, no deberá soñar en ser ingeniero; si no tengo gusto artístico, no deberé pensar más en la Arquitectura. Si tengo aptitudes para trabajar con chicos y soy listo, hay indicio de que puedo ser un buen maestro. Si tengo habilidad para pintar....para hablar...para llevar adelante una familia...para hacer grandes apostolados. Quien ha recibido estas cualidades tiene la obligación de hacerlas rendir. Son talentos. ¡Cuántos hay que reciben diez talentos y están rindiendo como si tuvieran cuatro! Están en tareas minúsculas, sin grandes proyecciones, sin oportunidad de elevarse ni humana ni espiritualmente. Están echando a perder los talentos. Sus trabajos no tienen otra perspectiva que la de ofrecerles dinero y vivir al día.
3. El llamado de Dios: se descubre reflexionando en la oración
Si aún no ves claro, consulta a un sacerdote o director espiritual, que siempre mirará el bien de tu alma y tu felicidad.
CONCLUSIÓN
Y ahora que has puesto todo de tu parte, ¡no temas! Dios está contigo. ¡Adelante! Al que hace cuanto está de su parte por conocer la voluntad de Dios, Él no le niega su gracia. Si vienen pruebas puedes tener en tu corazón la profunda alegría de que no has entrado en un camino siguiendo tu capricho, sino porque has creído obedecer la voz de tu conciencia que te revelaba la del Señor. ¡El varón obediente cantará victoria!
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