martes, 23 de enero de 2007

Tu misión en la vida

Por el P.  Mariano de Blas LC

Tu misión en la vida es la mejor de todas ;
porque haces las veces de Cristo. Ser otro Cristo
en la tierra, realizar las mismas tareas que Él,
vivir una vida lo más parecida a la suya, salvar almas,
glorificar a Dios.

La misión no la buscaste tú,
te la dieron graciosamente por amor.
Tómala con respeto y lánzate a
vivirla en plenitud.
¡Envidiar otras tareas, otras misiones!
Miope debes estar para embrujarse con el
trabajo del joyero
y del empresario; la joya preciosa la tienes tú,
y la empresa mejor es la tuya; el afán de desear
las peras del huerto vecino,
aunque las del tuyo sean mejores, es una
tentación muy humana.

Aprende a valorar y amar lo que
verdaderamente importa;
deja encandilarse a los otros por las cosas
que pasan y nada dejan,
aférrate a lo eterno, a lo que llevarás contigo,
cuando cruces la frontera.

Cristo vivió los 33 años de vida humana más ricos
y maravillosos que jamás se hayan vivido,
y los llenó de amor, de obediencia, de las
grandes virtudes;
los vació de todo lo que constituye gran
ganancia para los hombres.
Hay muchas vidas que se parecen
a la suya: son las vidas de los mejores.

PENSAR EN GRANDE

El empleo apropiado de estas técnicas te ayudará a mejorar 
la calidad de tus
relaciones y, por lo tanto, la calidad de tu vida.

Ejercita el autocontrol
1. Mantente fresco cuando otros estén furiosos y pierdan
la cabeza. Tú tienes
el control sobre tus emociones, no lo pierdas. No se trata
de no demostrar tu
molestia, sino de hacerlo mesuradamente, sin después
arrepentirte de una acción
cometida en un momento de descontrol.

Ejercita la tolerancia
2. Recuerda que cada discusión tiene al menos tres
puntos de vista: el tuyo, el
del otro y los de terceros, los cuales probablemente
están más cerca de la
objetividad. Siendo más versátil y viendo las cosas
desde la perspectiva de los
demás, enriquecerás tu propio punto de vista.

Ejercita el saber escuchar
3. Espera a calmarte antes de hablar. Ten en cuenta
que la relación es más
importante que la discusión. Dale más relevancia a
las personas que a las
opiniones.

Ejercita la paciencia
4. Trata a toda persona con la cual tengas contacto
como si fuera un pariente
rico, de quien esperas ser incluido en su testamento.
Nunca te arrepientas de
tratar muy bien a la gente. Es el mejor negocio en
todos los sentidos.

Ejercita el amor
5. Busca el lado positivo y agradable, aun de las
situaciones más complicadas y
dolorosas. Es una disciplina que te ayudará a pasar más
fácilmente los momentos
difíciles, y a convertir los problemas en oportunidades.

Ejercita el gozo
6. Establece el hábito de hacer preguntas y, sobre todo,
 de escuchar las
respuestas. Pregunta antes de reaccionar. Algunas veces
disparamos y después
preguntamos. También preguntamos, pero escuchamos
para contestar, y no para
tratar de entender. Ejercita el diálogo 7. No hagas o digas
nada que pueda
herir o hacerle daño a otra persona. Aférrate al pensamiento
que dice que todo
lo que siembras, cosechas. La gente no recuerda tanto lo
que tú dices o haces,
sino la intención con la que lo haces.

Ejercita el tratar bien al prójimo
8. Sé consciente de la diferencia entre análisis amigable
y crítica
destructiva. Observa si el propósito de tus palabras es
ayudar, desahogarte o
hacer daño. Ejercita la prudencia 9. Ten presente que
si toleras a los demás,
ellos también serán pacientes contigo en los aspectos
no muy gratos de tu
personalidad.

Ejercita la tolerancia
10. El verdadero líder sabe reconocer sus errores y
aceptar responsabilidad. No
olvides que un conflicto bien manejado fortalece la
relación, y te ayuda a
aprender de las diferencias.
Raúl Berzosa

MINI reflexión

"Cuando falta el consejo, fracasan los planes;
Cuando abunda el consejo,prosperan.."

--
"INDIVISA MANENT"
Profr. Rafael Alonso Carlos

Estaminales y líquido amniótico un «descubrimiento reconfortante y seguro»

Una vez más se ve que el respeto de la vida humana, unido a la capacidad de investigación, lleva en el sentido correcto de la curación y la salud CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 17 enero 2007

El descubrimiento hecho público el pasado 7 de enero sobre la posibilidad de obtener del líquido amniótico células estaminales, con capacidades regenerativas iguales a las de las de los embriones, pero aparentemente tan seguras como las estaminales adultas, ha suscitado un intenso debate.

El descubrimiento se debe a los esfuerzos de los científicos de la Universidad de Harvard, junto a investigadores de Padua (Italia) y del Instituto de Medicina de la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte.

Al día siguiente del anuncio, el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, lo recibió con esperanza, a condición de que se respeten las condiciones éticas propias de todo trasplante (microscópico o macroscópico).

Reconociendo ante los micrófonos «Radio Vaticano» que él no es científico, pidió por tanto la contribución de los científicos para comprender el alcance ético del descubrimiento. Según los primeros datos, afirmó, parece que este procedimiento respeta la vida humana (algo que no sucede con la experimentación con embriones).

Zenit ha planteado la cuestión al neonatólogo Carlo Valerio Bellieni, del Departamento de Terapia Intensiva Neonatal del Policlínico Universitario «Le Scotte» de Siena, quien considera que «el descubrimiento de la presencia de células estaminales en el líquido amniótico es reconfortante».

Antes de afrontar el tema a nivel ético, el científico aclara que, según el estudio, estas células «son de fácil disponibilidad y parece que se encuentran en cantidad elevada», aclara el miembro correspondiente de la Academia Pontificia para la Vida.

«Seguramente este descubrimiento es un fuerte mensaje a quien gestiona la investigación en este campo: hacen falta fondos para la aplicación de los estudios a estas células y hacen falta fondos para los 'bancos' que conservarán este precioso líquido», añadió.

Bellieni subrayó que, «como sucede con la sangre del cordón umbilical, ya en el nacimiento el líquido amniótico está disponible en gran cantidad». A este respecto, subrayó la necesidad de crear «una red de recogida y conservación bien estructurada».

«Obviamente esto lleva a preguntarse si sea razonable que por el cambio muchos fondos sean destinados a la obtención de células sustraídas a embriones humanos, con la consiguiente muerte de los mismos, sin que se haya obtenido ni se entrevea ningún resultado clínico», observó.

«Obviamente estos últimos son fondos que podrían ser usados para la recogida de las células estaminales adultas, eficaces y útiles», afirmó.

A la pregunta sobre los riesgos éticos ligados a este descubrimiento, el neonatólogo de Siena hizo dos consideraciones: «la primera es que del líquido amniótico no se haga un uso privado: como sucede en el caso de la donación de sangre para hacer trasfusiones, es oportuno que quien dona lo haga libremente y sin restricciones hacia quien recibe».

«Esto hay que tenerlo en cuenta porque, lamentablemente, vemos una cierta tendencia hacia la privatización del material biológico que podrá ser de utilidad común, como sucede en varios países con el caso de la sangre del cordón umbilical, que puede ser conservada para uso personal en lugar de meterlo en un banco público: muchas sociedades científicas internacionales se han levantado contra este derroche y esta actitud que discrimina a quien no puede conservar el material estaminal por motivos de patrimonio», explicó.

«La segunda consideración --añadió Bellieni-- surge al constatar que no habría ningún peligro para el nascituro de la recogida del líquido amniótico, si se realiza después del parto, cuando 'se rompen aguas', como se dice popularmente».

En efecto, «no hay necesidad de realizar una amniocéntesis (es decir la extracción de líquido amnitótico con una jeringa a través de la pared abdominal materna) para obtener, además, una cantidad irrisoria», aclaró.

En conclusión, el experto neonatólogo sostuvo que «una vez más son los hechos los que hablan: la investigación científica es una cosa seria. Querer forzarla por motivos ideológicos, como puede sucede en el caso de quien ve el único camino en el uso de los embriones humanos, lleva a derroches de dinero y pérdidas de tiempo precioso».

«Y una vez más se ve que el respeto de la vida humana, unido a la capacidad de investigación, lleva en el sentido correcto de la curación y la salud», concluyó.

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"INDIVISA MANENT"
Profr. Rafael Alonso Carlos

lunes, 15 de enero de 2007

ELECCION DE CARRERA

Pistas para elegir en dónde podrás servir mejor a Dios y salvarte
La elección de carrera es el más importante problema que tiene que abordar un joven. Con razón se afirma que todo el porvenir de un hombre depende de dos o tres síes, dos o tres noes que da un joven entre los quince y los veinte años.

¿Cuáles son de ordinario para muchos los factores decisivos a la hora de elegir? Está el gusto, la gana, el porvenir económico. Pero sería bueno preguntarse: ¿hay acaso otros elementos o factores para tomar en consideración?

Sí. Hay otro punto de vista que es el fundamental para un cristiano:


La voluntad de Dios sobre mí, es decir, lo que Dios quiere para mí

Los padres de familia y los amigos rara vez ofrecen una verdadera ayuda, pues ellos tampoco eligieron de otra manera. Sus consejos insistirán de ordinario en los mismos aspectos en que se habían fijado ya los jóvenes: interés económico, porvenir, brillo, posibilidades en la vida social de su ambiente. Y así se va formando un criterio que prescinde con toda naturalidad de Dios; más aun, muchos se extrañarían que una consideración sobrenatural -la voluntad de Dios- pretendiera intervenir en un asunto aparentemente tan humano.

Y, sin embargo, de una buena elección de carrera, hecha con criterio sobrenatural, dependerá en gran parte la felicidad o desgracia de la vida. La paz de la conciencia, la alegría de corazón; o bien turbaciones, tristezas, desfallecimientos, serán el premio o el castigo de una elección bien o mal hecha.

Muchos son los que se lamentan amargamente de estar donde no deben. Malhumorados, neurasténicos o neuróticos, reniegan de su ligereza imperdonable. Quisieran volver atrás...pero muchas veces es tarde y no pueden recomenzar el camino.

La eternidad misma está comprometida en este problema de una buena elección de vida. La eternidad depende de la muerte...la muerte de la vida...la vida misma depende, en gran parte, de la carrera. Se sigue, pues, de cuán capital importancia sea considerar maduramente delante de Dios el estado que deba seguir.

El famoso luterano -protestante- convertido al cristianismo y luego sacerdote y cardenal de la Iglesia católica, puesto en una de las encrucijadas más trascendentales de su vida, escribió este hermoso pensamiento: “Guíame, luz bondadosa. No te pido que me ilumines toda la senda, pero ilumíname paso a paso. Tú sabes, Señor, que nunca he pecado contra la luz”. Pecar contra la luz es negarse a seguir el destello de su propia conciencia que muestra a cada cual su camino en la vida.

Joven que estás abocado al problema de elegir: no peques contra la luz. Pídele a Dios esa luz, deséala; y alcanzada sigue tras ella, como los Magos siguieron la estrella que los llevó hasta Jesús en el portal de Belén.


DOS CONSEJOS

Primer consejo: preguntar a Dios: Señor, ¿qué quieres de mí?


Conocer este llamamiento especial que Dios me dirige a mí en particular, ha de ser mi gran preocupación de toda la vida, sobre todo en aquellos momentos más decisivos, como es el de la elección de carrera.

A unos Dios les pide que tomen el colectivo de la medicina que le ayuden en la curación de los cuerpos, a otros de la abogacía para que le ayuden a instaurar el derecho, a otros el mundo artístico para que traduzcan la belleza de Dios en la creación, a otros el matrimonio para que prolonguen en el mundo el canto del amor de la creación, engendrando hijos que conozcan y amen a Dios, a otros para la vida sacerdotal, para que distribuyan la gracia de Dios a los hombres y engendren, alimenten y resuciten hijos para el cielo; otros escojen el colectivo de la investigación, estudio, periodismo para difundir la verdad de Dios y aportar los nuevos inventos; otros se dedican a la defensa del pobre porque ven en ellos un rayo de Dios.

En el viaje de la vida muchos van en un tren que no es el propio: es el tren de los descontentos; todos protestan, todos se quejan de todo: los esposos de las esposas, los padres de los hijos, los hijos de los padres, los profesionales de sus clientes, los ciudadanos de su gobierno...Muchos se quejan, ¡porque entraron no en el tren que debían, sino en el que les dio la gana! Y no hay peor consejero que la gana para elegir camino en la vida.


Segundo consejo: Elige aquello en dónde podrás servir mejor a Dios y salvarte

El padre Alberto Hurtado propone al joven estas preguntas a la hora de elegir en dónde podrá servir mejor a Dios y salvarse: ¿dónde daré más gloria a Dios? ¿Dónde evitaré mejor el pecado? ¿Dónde me será más fácil alcanzar la santidad? ¿Dónde podré ayudar con más eficacia a los hombres? ¿Dónde haré una obra más duradera, más sobrenatural?

TRES PISTAS

Para elegir en dónde podrás servir mejor a Dios y salvarte te dejo tres pistas:

1. Ver mis gustos e inclinaciones: no es lo determinante ni lo más importante

Tienen que ser gustos e inclinaciones nobles, hermosas, altruistas. Porque si me muevo por inclinaciones egoístas, perezosas, confort...entonces estas inclinaciones no son buenas consejeras a las hora de escoger carrera. Sólo aquellas inclinaciones superiores que encauzan nuestras mejores cualidades son las que pueden ayudarnos a conocer nuestra carrera.


2. Analizar mis aptitudes, cualidades de que Dios me ha dotado

Si tengo dificultades serias para los estudios abstractos, tengo un buen inicio de que Dios no me quiere en la Universidad; si carezco en absoluto de facilidad matemática, no deberá soñar en ser ingeniero; si no tengo gusto artístico, no deberé pensar más en la Arquitectura. Si tengo aptitudes para trabajar con chicos y soy listo, hay indicio de que puedo ser un buen maestro. Si tengo habilidad para pintar....para hablar...para llevar adelante una familia...para hacer grandes apostolados. Quien ha recibido estas cualidades tiene la obligación de hacerlas rendir. Son talentos. ¡Cuántos hay que reciben diez talentos y están rindiendo como si tuvieran cuatro! Están en tareas minúsculas, sin grandes proyecciones, sin oportunidad de elevarse ni humana ni espiritualmente. Están echando a perder los talentos. Sus trabajos no tienen otra perspectiva que la de ofrecerles dinero y vivir al día.


3. El llamado de Dios: se descubre reflexionando en la oración

Si aún no ves claro, consulta a un sacerdote o director espiritual, que siempre mirará el bien de tu alma y tu felicidad.


CONCLUSIÓN

Y ahora que has puesto todo de tu parte, ¡no temas! Dios está contigo. ¡Adelante! Al que hace cuanto está de su parte por conocer la voluntad de Dios, Él no le niega su gracia. Si vienen pruebas puedes tener en tu corazón la profunda alegría de que no has entrado en un camino siguiendo tu capricho, sino porque has creído obedecer la voz de tu conciencia que te revelaba la del Señor. ¡El varón obediente cantará victoria!

¡Viva el Trabajo! elección de carrera

Todo va depender del espíritu con que trabajemos
Hoy se me ha ocurrido hablar sobre el Trabajo. Es extraño que a estas horas no le hayamos dedicado todavía ninguno de nuestros mensajes expresamente, aunque la virtud de la laboriosidad haya salido varias veces en ellos, como algo fundamental de la virtud cristiana. Es posible que hasta ahora no haya salido mucho, pero les aseguro que nuestro Programa le va a hacer honor al Trabajo, pues no hay duda de que es de suma importancia dentro de nuestra vida, toda ella impregnada de fe.

Y estas notas escritas, que tengo delante, las he titulado así: ¡Viva el Trabajo! Y Trabajo lo he escrito con mayúscula bien solemne, aunque los gramáticos me digan que Trabajo es un nombre común y que debe ir con minúscula...

La palabra será todo lo común que queramos, pero el Trabajo es cosa sagrada y se merece muy de sobras una mayúscula con el tipo más elegante... En nuestros días nos hemos vuelto muy sensibles en todo lo que respecta al trabajo y al trabajador. ¿Por las revoluciones sociales? Sí; pero también, y más que nada, por lo que el trabajo significa en el plan de Dios y en la vida del hombre. Para un cristiano, se conjugan perfectamente en ecuación maravillosa estas tres palabras: trabajo - prosperidad - santidad.

Porque hemos de decir desde el principio que el trabajo no es un deber solamente: es un derecho que Dios nos da y que nadie nos puede quitar. Que no vengan algunos diciendo que el trabajo es duro. ¡Claro que sí! Y la Biblia lo mira como una penitencia del pecado. Pero esto no quiere decir que no sea también una fuente de alegría. Porque todo dependerá de cómo se haga. Se puede realizar el trabajo maldiciendo la mala suerte y se puede realizar alabando a Dios.

Es clásico el cuento de aquel obispo que fue a ver cómo iban los trabajos de la construcción de la iglesia catedral. Se entretiene hablando amigablemente con los obreros, y llega a uno que tiene cara de mal humor:

- ¡Hola! ¿Cómo va todo?
- ¡Ya ve, Señor Obispo! Aquí todo el día aburrido a más no poder, poniendo ladrillos uno encima de otro y esperando que acabe la jornada.

Ve a otro albañil que está contento como unas pascuas.

- ¡Hola! ¿Qué tal?
- ¡Estupendo, Señor Obispo! Ya lo ve, construyendo una catedral.

En definitiva, que todo va depender del espíritu con que trabajemos.

Podemos mirar también el trabajo como un medio para avanzar en el compañerismo. Hoy tenemos una sensibilidad muy grande respecto de la unión, de la fraternidad, de la ayuda mutua.

¿Pensaremos que una excursión, una vacación, el deporte incluso, son el mejor medio para unirnos a todos? No lo creamos.

Nada hay que una tanto las voluntades como el trabajo. Nada funde los espíritus y los corazones como el trabajo. Nada como el trabajo hace descubrir a los hombres que son hermanos...

Pero hay algo más grande todavía. Nosotros, que pensamos en cristiano, miramos el trabajo como el camino que Dios nos traza para que seamos unos santos.

- El trabajo desarrolla el sentido del deber y la conciencia de que tenemos que ayudar a los demás.

- Con el trabajo satisfacemos a Dios por nuestras debilidades anteriores.

- Con el trabajo nos curamos de todos los vicios y prevenimos todas las enfermedades del espíritu.

- Con el trabajo nos hacemos cada día más agradables a Dios.

- Con el trabajo acumulamos los bienes que necesita nuestra persona y nuestra familia para su mantenimiento, su expansión y su desarrollo.

- Con el trabajo tenemos más ahorros y más cosillas a disposición nuestra para socorrer a los necesitados y practicar así la primera de las virtudes como es la caridad.

No nos extraña, entonces, que la Iglesia nos enseñe por el Concilio: Los hombres, con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos, y contribuyen de un modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la Historia.

El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del mundo ni los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, les impone como deber el hacerlo.

¿Sabemos contra quién iban estas palabras últimas del Concilio? Pues, contra el comunismo, que decía que la religión -la cristiana sobre todo-, alejaba del trabajo a los hombres, porque sólo esperaban como unos tontos la vida eterna...

Un tema tan serio lo quiero acabar con la recomendación de un poeta, que en cuatro versos bonitos nos da toda la teología del Trabajo (¡otra vez con mayúscula!): "Trabaja, trabaja..., que el trabajo da oro y pan, que el trabajo hace el cuerpo de roca y hace el alma de luz y de cristal..." (Máximo González)

Siete reglas, que aún sirven, para los estudiantes

El gusto por el estudio se va descubriendo poco a poco y después fascina

1.- El aprecio: Uno no llega nunca a estudiar en serio si primero no aprecia el estudio. El aprecio es sinónimo de interés.
2.- La separación: Es preciso dedicarse al estudio separándose, al menos, un poco, de las malas compañías, de los malos libros, de la televisión, de los juegos en el ordenador...
3.- La tranquilidad: Si se quiere aprender, profundizar y recordar, hay que estar tranquilos, con el alma y la mente reposadas. Con tiempo, con paciencia, con sosiego, con paz.
4.- El orden: Que es sinónimo de equilibrio, de justo medio, de prudencia, tanto en las cosas del cuerpo como del espíritu. Este orden ha de concretarse incluso en la alimentación, en el descanso, en la metodología...
5.- La perseverancia: La mayor desgracia de un estudiante no es su frágil memoria sino la voluntad débil. Y su mayor fortuna, más que un gran talento, es su firme y tenaz voluntad.
6.- La discreción: Es decir, no corras más de lo que permitan tus piernas. No pretendas en una noche aprobar un curso entero. Quien mucho aprieta poco abarca. En el estudio hay que ir poco a poco, día a día, clase a clase, curso a curso.
7.- La delectación: Que es lo mismo que estudiar con gusto. El gusto no se suele tener al comienzo. El gusto se va descubriendo poco a poco y después fascina.

jueves, 4 de enero de 2007

HUMOR "MIL ASPIRINAS"

Dos amigos hablando:

- Pues esta mañana me encontraba tan tan tan mal, me dolía tanto la cabeza que decidí suicidarme tomando 1.000 aspirinas.

- ¿1.000 aspirinas? ¿Y qué pasó?

- Pues nada, que cuando iba por la segunda me empecé a encontrar mejor y lo dejé.
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"INDIVISA MANENT"
Profr. Rafael Alonso Carlos